domingo, diciembre 04, 2016

LECCIONES POSTRERAS

El alba manda en los picos de la Sierra Maestra cuando las cenizas de Fidel llegan al fin a Santa Ifigenia. Entra a un granito del Cauto, monolítico como la unidad que construyó. No hay panteón. No hay, ni habrá monumentos, no se permitirán calles, ni fábricas, ni escuelas con su nombre. Es su voluntad de grano de maíz. Como hizo siempre en el combate, se pone al frente de la historia: sus hermanos moncadistas, y cerca, Céspedes, Mariana, 32 generales mambises, Frank, los expedicionarios del Granma, los internacionalistas y defensores del socialismo; todos en formación perfecta al lado del cubano mayor, del que también todos fueron discípulos. Destacan apenas su visión de la revolución a la que juramos fidelidad y las cinco letras de su nombre sobre un mármol verde. No haría falta más; pero sí. Nos lanza una última advertencia. La guardia del máximo honor será siempre para quien sigue indicando el futuro de Cuba: ¡José Martí!

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