viernes, diciembre 30, 2016

VOTOS MARTIANOS PARA EL AÑO DEL DÍA DESPUÉS

Muchas veces, a lo largo de mi vida, he leído pronósticos, cálculos, cábalas, vaticinios, adivinanzas y profecías sobre el día después de Fidel. Triste profesión la de los oráculos vencidos, condenados a la resignación biológica frente al que se fue invicto y limpio. Bendita suerte la de los agradecidos, que lo tendremos vivo, de bandera, en el trabajo, en el estudio, en la defensa, en el acto de crear y amar, en la repulsa al vicio y lo indigno, espoleando sobre nuestras conciencias imperfectas para que la lealtad se transforme de grito, en esfuerzo y obra; para que sintamos como él, siempre, dolor propio ante el dolor ajeno e insatisfacción perenne frente a todos nuestros inacabados emprendimientos; para que en la postmodernidad más mareante del siglo XXI no nos falten nunca esos imprescindibles ademanes antiguos y elegantes suyos que dignifican al cubano. Se fue su último año, y aquí quedamos sus herederos, encarando desde abajo un año nuevo ignoto y retador, siempre promisorio y esperanzador. Hago un voto martiano para este 2017: que el genio pase de individual a colectivo. Y hago otro voto por Cuba, siempre libre. Si ambos se cumplen, mi familia, la de todos los que quiero y la de mis compatriotas que ni siquiera conozco, seremos felices. Nada más.

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