martes, abril 04, 2017

UN ALEMÁN EN LA OEA

Los nosólogos políticos lo han advertido. Doña OEA, esa decrépita y envilecida señora nacida en 1948 en Bogotá al calor de una conjura anticomunista de la CIA y de una de la primeras operaciones control de masas para un cambio de régmen que devino en inolvidable masacre, acaba de dar pruebas irrefutables de que el Sr. Alzhéimer, ese alemán despiadado, ya le ha hecho la visita, la ha seducido y, después de poseerla y desfogarse con saña, la ha dejado tendida, como muerta en vida, a merced del tiempo, mientras la vieja rijosa se empeña en hundir a la Venezuela bolivariana y enhiesta, arrastrándola a su chiquero, y con ella a todos los que se le equiparen en soberanía y libreterminación, como mismo hizo con Cuba en los años sesentas, por que los buenos ejemplos -dixit- hay que cortarlos de raíz. He aquí diez síntomas identifican el diagnóstico de la mórdida del alemán:

1. Cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana: la OEA olvidó que la guerra fría concluyó, que las condiciones de su obscuro engendro desaparecieron, que actuar en el presente con los códigos del pasado es ahistórico, que el servicio al Imperio no resultó un buen negocio para la organización y que todos los intentos de usar a la OEA contra los pueblos de Nuestra América fracasaron. Ya no se acuerda de las reuniones de San José de Costa Rica, entre 1960 y 1961) y de Punta del Este, en el Uruguay de 1962

2. Dificultad para planificar o resolver problemas: la OEA jamás pudo planificar ningún consejo, asamblea ni reunión que no tuviera la bendición de Washington. Por ello, no ha podido resolver los problemas creados con las intervenciones militares yanquis e incluso extrarregionales en América Latina y el Caribe; ha sido incapaz de atender las crisis políticas creadas por golpes de Estado militares, legislativos e, incluso parlamentario-judiciales, ni las graves violaciones de derechos humanos, las desapariciones forzosas o masivas, la trata de personas y el tráfico y la deportación de migrantes, el narcotráfico y otras problemáticas miserias, sin contar las otras, materiales, derivadas de la pobreza, el subdesarrollo y de relaciones de producción y comerciales injustas y depredadoras del medio ambiente.

3. Dificultad para desempeñar tareas habituales: una organización internacional y, en particular, una regional, debería tener habilidad para alinear intereses, unir a sus miembros, buscar avenencias entre lo común a estos y representar a la comunidad en un contexto que, como se evidencia, tiende a ser cada vez más complejo y adverso. La OEA es incapaz de articular un respetuoso diálogo y una relación de iguales entre la América anglosajona y la América Latina y caribeña. Encona a gobiernos. Es resonancia de las venganzas políticas y los egoísmos mezquinos de los grupos de poder, y su Secretario General abandona sus funciones para dedicarse a cumplir las tareas que le han asignado en los planes de derrocamiento de gobiernos constitucionales y legítimos.

4. Desorientación de tiempo o lugar: adefesio que nace sin brújula jamás encuentra su propio Norte, entre otras razones, porque no es norte, sino Sur. Por eso, la OEA no se ha percatado que hija de una época de 21 repúblicas, vio nacer en los años a otras 14, por cuya descolonización e independencia jamás se preocupó. La América del siglo XXI no es la del XX, los pueblos sometidos y adocenados de entonces, no son los emancipados de ahora. Y el Imperio todopoderoso que pastoreaba y sodomizaba naciones es hoy una decadente imagen de si mismo, aunque más peligroso que en el pasado, por sus formas sibilinas y aún más brutales de someter.

5. Dificultad para comprender imágenes visuales y cómo objetos se relacionan uno al otro en el ambiente: según la OEA, no existe relación entre un gobierno derrocado por grupos de poder político agazapados en un Congreso o en un tribunal de Justicia, la muerte de manifestantes que protestan contra un golpe parlamentario, o la acción de cuatro magníficos jueces que reiterpretan una Constitución y mantienen en ascuas por años a dos gobiernos y a tres parlamentos con sentencias que injieren en la actividad ejecutiva y parlamentaria. Nada de ello es antidemocrático, no viola el estado de derecho, ni la tripartición y sacrosanta independencia de poderes.

6. Nuevos problemas con el uso de palabras en el habla o lo escrito: para la OEA, la libertad es la del que explota sobre el explotado, la seducción del mercado y la sociedad lúdica y enajenantes sobre los sentidos de los ciudadanos. La democracia no es el resultado del voto libre de la mayoría, sino el libre control de una mayoría con poder económico -que es el real- sobre el voto y el sistema de poder elegido. Los poderes deben estar divididos, pero no enfrentados (porque son los mismos rostros del verdadero poder), ¡y solo pueden ser tres, clásicos! Nada de poder moral, nada de poder ciudadano nada de control social sobre la política, la ley y la justicia. Y por supuesto: no politizar, no ideologizar, porque el sistema democrático universal no lo hace, solo se manifesta capitalistamente.

7. Colocación de objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para retrazar sus pasos: enjuiciar a un país es asunto serio. Enjuiciarlo sin causas reales es grave. Asumir los cargos presuntos como conclusión de un proceso sancionatorio es peor. Colocada fuera del ámbito del derecho internacional, del derecho interamericano y de su propia Carta fundacional (que no es para nada una belleza jurídica, sino más bien todo lo contrario -un contrato de sometimiento), la OEA camina sobre sí misma, pisotea su propia institucionalidad y, espoleada por la sed de venganza contra Venezuela, como hace 55 lo estuvo contra Cuba, avanza precipitadamente hacia el vacío, incapaz de dar un paso atrás.

8. Disminución o falta del buen juicio: cuando todo parecía haber sido visto, siempre la vida ofrece oportunidades de mostrarnos la crueldad del alzhéimer en la política: un presidente y un vicepresidente de Consejo Permanente despojados de sus fueros. Un decano ignorado. Una regla inventada en primicia de la diplomacia, para ceder el derecho de pernada al representante más viejo -vinculado, por cierto, al golpe de Estado contra Manuel Zelaya, en 2009 en Honduras. Y para colmo, la OEA, que dice que son 35 miembros, aunque en realidad son 34, por Cuba no lo es, y que logra reunir en una farsa a 24 países, de los cuales tres protestan y se marchan, logra finamente sentar a 21, de los cuales 4 se oponen a una resolución-declaración-conjura y 17 aseguran respaldarla. Pero según sus procedimientos, se requieren 18 votos que es la mayoría simple. Canadá, que sabe que no cuenta con todos los apoyos, pide 48 horas de plazo, otros reclaman votación y dan la suya, y México -que ya no es el de Juárez, Zapata y Cárdenas-, reclama que el texto sea adoptado por aclamación y reclama la victoria, mientras que con inconfundible lenguaje gestual, el anciano hondureño puesto a no-presidir sin funciones, hace una mueca, pregunta perplejo y soplado por el audífono sentencia cn un golpe de mallete la aprobación de un texto no votado por un número no reconocido de votos mayoritarios en una sesión legal del Consejo, que el ha encabezado en contra de la institucionalidad.

9. Pérdida de iniciativa para tomar parte en el trabajo o en las actividades sociales: hace años que la OEA se enajenó de los problemas reales de Nuestra América y perdió toda capacidad de tratar de conectar una relación nueva con la otra América. Cancerbera rabiosa como es de la política y los asuntos internos de los paises, hace muchos años que se apartó de las cuestiones económicas, de la agenda regional de desarrollo, no quiere saber de los objetivos del Milenio marcados por la ONU, ni de agendas de alfabetización, educación, sanidad y cultura. Habla de seguridad pero solo atiende la represión y no hace nada por la prevención. En sus sesiones inquisitorias se quema vivos a los países con más justicia social y desarrollo humano, pero políticamente diferentes y opuestos al neoliberalismo.

10. Cambios en el humor o la personalidad: el buen rollo, la buena honda, la "química" de un equipo viene dada por la actitud individual y colectiva de sus integrantes. Cuando los pretendidos líderes y representantes deignados son personeros de dictaduras militares, gerentes sin mando, burócratas diplomáticos, insulzos administradores, acomodaticios empresarios o  mercenarios ilustrados, la casa huele a podrido como aquel reino de Hamlet. Las buenas costumbres son cambiadas por las trampas. Las cortesías sustituidas por las groserías. Y un Secretario General que fue políticamente blanco, rosado y colorado se convierte en un camaleón irreconocible: su simpatía ahora es mueca, su labia ofende, su conducta causa vergüenza ajena.

Esta OEA insalvable, víctima del implacable alemán, va perdiendo día a día sus funciones biológicas, Impulsada por la vanidad personal y afiebrada sed de agravio de su Secretario General y de una ultraderecha hemisférica que cree llegado el momento de ajustar cuentas a todos los emancipados, la OEA es ya el espejo de su propia muerte.


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